Rugby, la asignatura pendiente
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Nos preguntan hace cincuenta años en qué deporte íbamos a ser campeones del mundo, si en baloncesto o en rugby, y de la respuesta no caben dudas. ¡Cómo vamos a serlo en baloncesto si somos un país de bajitos! En el rugby no es que fuéramos alguien, pero como nos pusiéramos a ello... ¿No habíamos ganado la medalla de plata en los Juegos de Amberes al grito de "A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo"? Pues si éramos capaces de hacer valer la casta y la españolía en el fútbol, imagínense en el rugby. Lo que pasa es que no nos dio en serio por él. Y así estamos cincuenta años después: igual que entonces. Mientras, el baloncesto ha dado para ser campeones del mundo. Y el fútbol. Y el balonmano. Y el waterpolo. Y el hockey sobre patines. Y el fútbol sala.
El hockey hierba y el voleibol, no, pero han sido campeones de Europa, que no es poco. Prácticamente todos los deportes de equipo han sabido despegar. Nos podrán faltar el hockey hielo, el béisbol y el polo, pero estos deportes no son comparables al rugby. El rugby no es en absoluto un deporte extraño para nosotros. De todos los deportes citados, su Federación es la segunda más antigua en España, después de la de fútbol, con fecha del 9 de mayo de 1923. Como seguimos igual que entonces y sin ninguna razón aparente ni genética que impida la progresión, se trata de nuestra gran asignatura pendiente. En manos de Bryce Bevin vuelve a estar el aprobarla. En tres años, primer examen. Objetivo: ir al Mundial... y ganar algún partido.




