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Una obra maestra de Paco

Pellízquense. El Rayo cruza el ecuador de la Liga, tras cuatro victorias seguidas, con 31 puntos, cifra que si fotocopia en la segunda vuelta le lleva a Europa, si no a la Champions. Y hasta ahí llega tras una cadena de hechos tan insólitos como meritorios. Porque este equipo, con Michu, Diego Costa, Armenteros, Arribas y Movilla, probablemente cinco de sus seis mejores jugadores del año pasado (con Piti), regateó el descenso en el último segundo. El delantero que debía salvarle los muebles, Nicki Bille, se ha ido este invierno sin dejar un gol; Rodri se rompió el tendón de Aquiles; Nacho es baja para mes y medio...

Pero el valor torero de Paco Jémez, que a ratos pareció locura (aquellas semanas con sólo tres defensas...), ha tenido premio. La idea no ha cambiado, pero los futbolistas son mejores hoy que hace cuatro meses y tras ello hay un buen trabajo del técnico, que ha acabado subiendo al proyecto a hombres que despertaban dudas, Domínguez, Trashorras y Lass (decisivos estos dos anoche), fundamentalmente. También se ha inventado otros, como Leo Baptistao. Y el equipo ha acabado jugando bien en lunes o viernes, al calor de Vallecas o bajo el azote de San Mamés, con arbitrajes adversos o amables (como el de ayer), sin fortuna o con ella (se le hicieron largos los últimos minutos en Bilbao). Necesita doce puntos más para dejar de mirar atrás y librarse del miedo que siempre acompaña a los modestos. Y después hablaremos. Siempre desde el centro del ruedo.