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¡Claro que Iker es un monumento!

José Mourinho dijo en Dubai que Casillas no es, en su opinión, un monumento en el Madrid. Discrepo. Iker es para mí lo que Bobby Charlton fue para el fútbol inglés. Un emblema de los mejores valores nacionales y un grandísimo jugador de fútbol del que muchísimos españoles (sin excluir, me atrevo a decir, a bastantes barcelonistas) se sienten orgullosos. Imaginar que el entrenador del club de Charlton, el Manchester United, lo hubiera castigado mandándolo al banquillo dos años después de que Inglaterra ganase el Mundial de 1966 es imaginar lo imposible. Y más imposible aún, si cabe, en el caso de que el entrenador lo hubiese quitado del once titular para envíar un mensaje a los demás jugadores, o al presidente, o a la prensa, o a la afición, o a su tía...

Digo Charlton pero igual podría estar hablando de Franz Beckenbauer en Alemania, Zinedine Zidane en Francia o Paolo Rossi en Italia. Si Casillas tuviese 38 años y estuviera claramente en la fase final de su carrera, dando alguna que otra señal de decadencia, pues vale. Todos lo entenderíamos. En el campo de juego, nunca fuera de él, los monumentos deportivos tienen su fecha de caducidad. Pero Casillas tiene 31 años, la misma edad que tenía Bobby Charlton en 1968, año en el que ganó la Copa de Europa. Y Casillas es un portero, mientras que Charlton era un centrocampista ofensivo. Y no cualquier portero, sino el que prácticamente todo el mundo reconoce como el mejor que hay. Entonces, decir que existen argumentos deportivos para relegarle al banquillo, que hay que darle una sacudida a este impecable profesional y sacarle de su "zona de confort" para que rinda mejor, no sólo es absurdo, sino que demuestra una falta de respeto lamentable. Y no sólo hacia Casillas, sino hacia la institución del Real Madrid, hacia el fútbol español.

Es muy difícil pero voy a intentar concebir de lo que hubiera ocurrido en el caso absolutamente hipotético de que Sir Matt Busby, el antiguo entrenador del United, hubiese tratado a Charlton en su plenitud como Mourinho ha tratado a Casillas en la suya. Tengan en cuenta que, a diferencia de Mourinho, Busby era un hombre de un señorío incuestionable, admirado y querido en igual medida por su afición como por las rivales. Era un Vicente del Bosque escocés. Pero si hubiera quitado a Charlton del once "por decisión técnica" se hubieran propuesto sólo dos posibles explicaciones: que el tío se había tomado un par de whiskys de más con la comida o que había empezado prematuramente a chochear.

Como se supone que Mourinho tomó la decisión de intentar humillar a Iker (aunque más bien el que ha acabado cayendo en el ridículo es él) en estado sobrio, y como también sería correcto afirmar que aún no da señales de sucumbir a la senilidad, la conclusión tiene que ser que no anda estos días con la cabeza muy despejada. El objetivo primordial ha dejado de ser el bien del equipo y lo que más consume su energía mental hoy son los jueguitos de poder, politiqueos internos que pretenden demostrar autoridad pero delatan todo lo contrario. Cree que está dando un puñetazo en la mesa pero se lo está dando a sí mismo, a su reputación que, a diferencia de la de Iker, cada día se corroe más.