Cristiano merece el guiño de Florentino
Marcar los tiempos. Llegó el momento de actuar, de reaccionar a los movimientos de los rivales, de afrontar con tranquilidad un tramo definitivo de la temporada. Florentino ha aprendido en esta segunda etapa de su mandato a manejar la presión con una aparente frialdad. Él es quien marca los tiempos. Ni la prensa, ni Mou ni nadie. Tiene una norma no escrita de esperar a los dos últimos años de contrato para afrontar una renovación. Pero, el presidente blanco debe asumir que no todos los futbolistas son iguales, que no todos merecen el mismo trato.
El regreso a Manchester. Cristiano pidió verle hace algunos meses. Le dijo que quería marcharse, que no era feliz en el Madrid... Fueron cinco minutos, sólo cinco minutos de súplica. Florentino le dio la negativa por respuesta. El portugués encogió los hombros, se levantó, le tendió la mano al presidente y se marchó. Desde entonces su comportamiento ha sido ejemplar. Volvió a recuperar la sonrisa, a partirse la cara, mejor dicho la ceja, por el equipo con más o menos fortuna y mostrando una profesionalidad fuera de toda duda. Florentino no quiere dar el paso pero debe hacerlo. Se acerca el momento clave de la temporada. Cristiano regresará a Manchester en marzo. Abrazará de nuevo a Fergusson, su padre futbolístico y consejero en tantas y tantas ocasiones. Allí será recibido como un ídolo. Los ingleses siempre han sabido cuidar a las estrellas mejor que nosotros.
Cristiano es diferente. El delantero portugués quiere continuar en el Madrid pero siente que el club debería tratarle como lo que es, uno de los mejores jugadores del mundo. Mientras el Barça le ofrece el contrato de su vida a Messi, a razón de quince millones netos por temporada más incentivos, a seiscientos kilómetros de distancia, Cristiano espera una llamada, una simple llamada de Florentino o de José Ángel Sánchez que le tranquilice. Se trata de un guiño, de un gesto de complicidad. Es una figura de talla mundial pero, como cualquiera de nosotros, también necesita una palmadita en la espalda y unas palabras: "Tenemos que sentarnos a hablar de lo tuyo". Florentino debe entender que la frialdad es buena pero hasta cierto punto. Cristiano no puede irse del Madrid. No hay nadie en el mercado que pueda sustituirle, nadie. Con ese gesto hacia el portugués, Florentino no mostraría debilidad sino inteligencia.
Orgulloso del Madrid. Cuando el crack portugués aterrice en el Reino Unido para afrontar la vuelta de la Champions debe sentirse respaldado por el Madrid. Cristiano recibirá la ovación de quienes fueron sus aficionados y no celebrará los goles, si los marca, por respeto a lo vivido en el Manchester durante años, pero una vez finalizado el partido reflexionará. Mirará su camiseta blanca y el escudo de su club, el Real Madrid, y debe sentirse orgulloso de afrontar el futuro en el equipo de sus sueños con la seguridad de que sus dirigentes estarán a la altura. Cristiano y el Madrid se necesitan... y Punto Pelota.