Llegados a este punto, la Copa es un aperitivo, casi una molestia, para Pellegrini. El Ingeniero marca todos los años con rojo sus enfrentamientos contra el Madrid. No lo pregona, le puede el señorío, pero lo tiene entre ceja y ceja. Sigue torciendo el gesto cuando recuerda su etapa blanca. Le escoció su salida, que considera injusta. Y, sobre todo, tiene cuentas pendientes con Mourinho. El portugués le ha mandando mensajes en varias ocasiones. "Yo nunca iría a entrenar a un equipo como el Málaga", dijo en una rueda de prensa. Para Pellegrini no habría más placer que asestarle el golpe de gracia en la Liga, si es que todavía sueña con ella Mourinho.

Casi lo consigue el año pasado en la Copa, en una eliminatoria muy ajustada. También en la Liga, donde arañó un punto en el Bernabéu merced al golazo de falta de Cazorla. Pellegrini se deja en casa a sus titularísimos. Isco, Joaquín, Demichelis, Jesús Gámez, Eliseu... Quiere que estén frescos. Quiere pesar estilos, aun con la distancia abismal que separa a ambas plantillas. Además, ha prometido a su tropa vacaciones extra en este parón si se supera la barrera de los 30 puntos. El Málaga lleva 28, a sólo cinco del Madrid. Para El Ingeniero no es un partido más. No.