Sevilla, territorio de felicidad
Felicidad. Así se puede describir lo vivido en el Sánchez Pizjuán. La victoria del pasado sábado del Málaga en Sevilla hizo felices a miles de malagueños. Era un derbi regional ante el eterno rival y al que superó, sobre todo, en la segunda parte. Me alegro por los seguidores malaguistas que acudieron al Pizjuán, por cierto, sólo se les oía a ellos en un estadio que presentó una entrada paupérrima para un partido en el que jugaba el cuarto clasificado y revelación en la Champions. Se están cargando el fútbol y el deporte rey lleva muy mal camino. También me alegro por los muchos aficionados que lo vieron por la televisión y lo siguieron por la SER. No se desplazaron por la hora y por la que está cayendo, pero estuvieron en Sevilla de espíritu.
Todavía durará unos días el regusto y el regocijo por el triunfo y el trabajo bien hecho de Don Manuel, su cuerpo técnico y su intachable plantilla. Pero a partir de hoy hay que pensar en el Eibar y luego en el Madrid. Me hago una pregunta, ¿el Málaga será capaz de una vez de ganar al Real Madrid? No sé lo que pasa, pero el equipo malagueño tiene un maleficio con los madridistas. Me acuerdo de partidos inolvidables con resultados excelentes de 3-1 o 0-2 y acabar perdiendo o empatando. El sábado es una buena ocasión. El templo estará a reventar, como siempre, y sería un buen regalo de Navidad con Papa Noel incluido y tres puntos para terminar el año. Y para que los jugadores pasen la Nochevieja con sus familias. Vamos. El Málaga es un sentimiento. Volveré.