El Atlético afronta su último reto
Cuando un espíritu díscolo da la vuelta a su vida como a un calcetín, es indispensable una prueba definitiva de redención. Un instante concreto en el que la transformación pasa de proceso a hecho consumado: sea Han Solo regresando al rescate o Jack Lemmon negándole a su jefe la llave en El Apartamento. Sólo entonces el círculo está completo. Para este Atleti y sus dos pilares básicos, Simeone y Falcao, el Camp Nou ofrece esa prueba final.
El Cholo ha transformado el tren de la bruja en un AVE. Su Atleti se ha erigido como el mejor de los humanos, pero se le sigue tomando menos en serio de lo que sus puntos indican. ¿Qué le falta? Derribar a un gigante. Malgastó una bala en el derbi, con Falcao aislado y anulado. Él no es el Kun, no inventa de la nada, necesita ayuda. Tampoco gran cosa: que le acerquen el balón al área y allí ya se encarga él. Ese es el propósito de Simeone: mirar a la cara, esta vez sí, a un enemigo formidable y poner al Tigre en situación de poder morder. El reto es mayúsculo, claro. Como la recompensa: completar la transformación de hazmerreír en aspirante en cuestión de meses.