Casillas, un AS como persona

Empieza a ser un clásico en estas emotivas Galas AS del Deporte. Que Iker reciba un premio de nuestra casa tiene un mérito relativo, porque sólo un ciego o aquellos que sólo saben moverse por el rencor pueden negar los méritos inacabables de este chico que no es Galáctico, es de Móstoles. Iker es un hijo del Real Madrid y un padre de la Selección Española. En la cantera de la vieja Ciudad Deportiva aprendió a valorar lo que es la identidad y el compromiso con un escudo. Allí conoció lo que cuesta llegar a la élite, porque casi todos los de su promoción han ido cayendo como fichas de ajedrez y casi nadie se acuerda de sus nombres. Iker ha vivido un cuento de hadas desde aquel viaje a Noruega siendo un adolescente con espinillas y acné infantil...
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El hecho de que haya tenido siempre un ángel protector (por algo le llaman El Santo) no minimiza sus logros, irrepetibles para cualquier otro portero del mundo. Cuando ganó la Champions en Glasgow con las mangas recortadas y la vitola de héroe, lloró por la ausencia de su madre, a la que disuadió de viajar convencido de que no jugaría ni un minuto. Pero esa noche, desde su gran conquista, aprendió la lección. En el fútbol y en la vida hay que morder, luchar y nunca agachar la cabeza.
P or eso se tomó con naturalidad ser el héroe de España en Austria 2008, Sudáfrica 2010 y Ucrania 2012. Lo importante es que él sigue siendo Iker, se escapa junto a su novia al pueblo de Ávila en cuanto que puede y juega a las cartas con los colegas de siempre y en los bares que iba de joven. Se le podía haber subido el 'pavo' e ir de sobrado. Pero entonces no sería Iker Casillas Fernández. A sus 31 años, dio gusto verle anoche recogiendo su Premio AS 2012. Sé que todavía le motiva ser reconocido. Sabe que muchos querrían estar en su sitio. Lo más bonito es que llevamos trece años con él y parece que fue ayer. El niño se hizo hombre. El soldado raso ya es capitán...



