Unas selecciones más fuertes
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Las Guerreras han pasado a la segunda fase del Europeo de balonmano. Ya están entre los doce mejores equipos del continente. Apenas nada, que son medallistas olímpicas, pero es bueno comprobar que la Selección no se ha descompuesto después de los Juegos. Es más, la cohesión del equipo ha aumentado. La felicidad de una jugadora por marcar un gol o el lamento ante un error puntual en el juego no aparecen como acciones individuales, sino que son compartidas por todo el grupo. Es algo fácilmente apreciable en el rostro de las jugadoras. Disfrutan, comparten, luchan, sufren... siempre juntas. El hecho de jugar la mayoría fuera de España ha aumentado los vínculos de unión que tanto fortalecen al grupo.
Esto mismo ha pasado en la Selección masculina de baloncesto. Los jugadores han sido, y son, felices de reencontrarse en la Selección. Sobre todo aquellos que juegan en la NBA. Allí no todo es de color de rosa. Incluso Pau Gasol se transformaba cuando venía a la Selección. Sobre todo cuando jugaba en Memphis. Los jugadores se encontraban aquí en un equipo ganador, donde compartían muchas más cosas que el idioma. Nuestras jugadoras de balonmano se favorecen de una situación similar. No todas juegan en equipos ganadores; tampoco disfrutan del ambiente que encuentran en la Selección. Por eso nos encontramos en un momento de debilidad a nivel de clubes, pero no de selecciones. No hay más que ver a las Guerreras.




