Mis adorables vecinos
'Hoy, el increíble caso del hincha atlético que afirma haber visto a su equipo ganar un derby'. La pancarta que exhibía la afición blanca al final del encuentro resumía la historia de los Madrid-Atleti desde el siglo pasado. Desde 1999...

El que avisa... Cada vez tengo más claro que los derbis entre Madrid y Atleti van más allá de una simple cuestión futbolística. Si los blancos pudiesen jugar cada fin de semana con sus vecinos del Manzanares, seguro que arrasarían en todas las competiciones. El Madrid salió enchufado y metido en faena como si el Barça estuviera por detrás y nadie le tosiera en la clasificación. Los 14 puntos que había de distancia no se notaron nada en el pitido inicial. Los boinas verdes de Mourinho querían dar una alegría a esa magnífica afición que convirtió el Bernabéu en un torbellino de pasiones vikingas, empezando por ese magnífico tifo del Fondo Sur que ya resumía la historia entre los dos grandes equipos de la capital: "Mil batallas, mil victorias". El Atleti de Simeone empezó con brío y coraje, muy al estilo que le ha impregnando el Cholo, pero acabó jugando fiel a su nueva publicidad: parecía el Atlético Azerbaiján. Sólo sé que en los últimos 24 derbis hemos ganado 18, empatado 6 y no hemos perdido ni uno. El ejército merengue metió 52 goles y sólo recibió 15. Una diferencia digna de un estudio más psicológico que otra cosa. Además, el mal perder de jugadores como Diego Costa (desquiciado desde el minuto 1) o Godín no correspondió con la buena imagen que había dado el Atleti hasta la fecha. Seguro que en el Camp Nou, dentro de dos semanas, vemos a ese Atleti que se ha metido en el tren de la Liga por méritos propios. ¡Ánimo vecinos!
El derbi de Cristiano. Llegó tarde en la víspera del derbi a la concentración del equipo, pero fue para despistar. Cristiano cuajó un partido para enmarcar. Gracias a su poderío y a su megagol de falta directa se encauzó un triunfo basado, por encima de todo, en la calidad descomunal de este coloso de Funchal al que deberían darle el Balón de Oro de 2012. En este año ha sido el Martillo de Thor, el azote de los porteros rivales y el justiciero de la mejor Liga de todos los tiempos. Hace ocho meses le metió a Courtois en el Calderón un golazo de libre directo que ahora se le resistía. Pero el belga le da suerte. La distancia era perfecta. Dibujó un remate liftado, limpio, académico, propio de un ser superior con el balón en los pies. El Bernabéu se abrazó a su ídolo, a su héroe. Sólo los postes evitaron otro hat-trick de este Demolition Man y que igualase a Gento (CR7 ya está a sólo un gol del cántabro de las seis Copas de Europa). Cristiano debe seguir siendo la bandera de este equipo en los próximos años. Si el club piensa en Neymar, dan ganas de darse de baja de socio. Es como comparar a Rafa Nadal con Tsonga...
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Gesto de Mou. Me pareció innecesario lo que hizo ante 98 fotógrafos a las 21:20 horas. Pero a su vez debo felicitarle por su detallazo de pedirle a los ultras que no insultasen a su compañero de profesión. Si Mou siempre navegase en esa cordura escénica no se imagina el bien que generaría. Como técnico sigue siendo el mejor del mundo, con diferencia. Si tiende la mano para tener un mundo más armónico y sin crispación, podrá quedarse aquí ganando títulos hasta 2020. Así sí, míster.
Madridismo feliz. La afición se fue a casa gozosa y satisfecha. El honor de la ciudad estaba en juego y lo de los 11 puntos ya habrá tiempo de arreglarlo de aquí a mayo. El debut en Liga del canterano José Rodríguez en el Bernabéu me recuerda al de Raúl. También con 17 años y ante el mismo rival. El futuro es nuestro, señores.



