Antideportista del año
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El simple enunciado es demoledor. Antideportista del año. Ahí queda eso. Antideportista es sinónimo de tramposo, chanchullero, cuentista, mentiroso, marrullero, simulador, maleducado, etc. Como para salir a la calle al día siguiente. Y encima que eso que te lo llamen en tu propio país. ¡Uff! No es para tomarse a broma eso de antideportista del año. Afortunadamente, en el deporte el fin aún no justifica los medios por mucho dinero que se mueva en torno a él y haya convertido algunas competiciones en auténticos negocios. Pues la prestigiosa revista estadounidense Sports Illustrated, con 23 millones de lectores semanales y tres millones de suscriptores en los cinco continentes, se dispone a lanzar su antideportista del año.
Todas las papeletas recaen sobre Lance Armstrong. Tremendo. Hace diez años esta misma revista le nombró lo contrario: deportista del año. Ahora no se le caen los a anillos al poner a Armstrong como primer candidato a recibir el escarnio público. Es un precio justo a pagar por quien nos ha mantenido engañados. Hay más nominados, pero ninguno con la notoriedad de este hombre, que eso también cuenta, pues gentes tan públicas como él son las primeras que deben dar ejemplo. Y si no lo hacen, también las primeras en ser castigadas y reprobadas. En este sentido, Estados Unidos es implacable, y no es el primer ídolo que cae. Marion Jones fue condenada a ingresar en prisión y ahora Armstrong ha quedado al pie de los caballos.
