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Donde dio el sábado amagó ayer

Empecemos por lo que entiendo. Mourinho calculó la cercanía de la Copa y la longitud de lo que queda de curso y redujo el tono áspero, muy de acusación particular, que empleó en la sala de prensa del campo del Betis. A fin de cuentas, con estos, los de arriba y los de abajo, tendrá que llegar hasta junio, le guste o no. Aquello de los "mismos once cabrones" de Toshack. Pero una cosa es ventilar inteligente y acertadamente el ambiente y otra aparentar que nada ocurrió en Sevilla.

M ourinho, ayer autorrebajado a "un empleado más", exigió al club mano dura y lengua larga ante los arbitrajes y otras decisiones federativas. "Sólo hablo yo, el único, el malo", dijo. Y en cierto modo 'algunos hombres buenos' se vieron obligados a forzar el desagrado. Casillas y Pardeza, sin ir más lejos. Sólo que para parecer tan feroz como Mourinho hay que ser Mourinho. También paseó por delante de la vergüenza torera de esos jugadores con los que se lleva "como siempre" los 34 años de Stepanek (y no los 30 de Ferrer, que ganó sus dos partidos de la final de la Davis, por cierto) que dieron para tanto en Praga.

De igual modo se entregó al entusiasmo del público de Sevilla, en elogio que casi nunca ha regalado a la hinchada del Bernabéu. Y entró en el cuerpo a cuerpo cuando Carlos Forjanes le sugirió que no planificaba la próxima temporada cuando lo sencillo era explicar que sí lo hacía. Pero no se lo escuché con esa contundencia. Tampoco que vaya a cumplir su contrato (estamos ante una carrera de quién estará más contento con quién), que concluye en 2016. Sólo se mantuvo firme en la crítica al árbitro. A eso es incapaz de echarle azúcar.