Ya tiene el respeto de pros y antis

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La actitud ejemplar mostrada por Cristiano tras la embestida craneal sufrida por culpa del reincidente David Navarro, le ha dignificado ante el mundo entero. En vez de haber montado un numerito al árbitro pidiendo la merecida tarjeta roja (¡no se llevó ni la amarilla!), el portugués se tragó con orgullo el dolor mientras le cosían a mano la brecha de su párpado izquierdo, regresando a la piscina del Ciutat para pegarse como un león ante la curtida defensa granota. Quería ayudar a su equipo y entre tinieblas oculares firmó un golazo digno de un futuro Balón de Oro. Muchos amigos, que de madridistas tienen lo que yo de hincha del criquet, se han rendido a la evidencia estos días: "Tomás, desde ahora veré a Cristiano con mejores ojos". Nunca mejor dicho, señores.
El portugués hizo una gesta de los tiempos de Pirri, cuando jugó con la clavícula rota en una final de Copa ante el Barça, de Antonio Ruiz (que aguantó ante la Juventus con el brazo roto) o del mismísimo Raúl, que se partió la ceja ante Puyol en un Clásico en el Bernabéu que acabó 4-2 para los blancos, con Ronaldinho rendido ante la bravura del capitán de la Colonia Marconi. Pase lo que pase en las próximas votaciones, Cristiano puede estar tranquilo. Ya ha ganado el Balón de Oro en el corazón del madridismo.



