La UCI está en entredicho
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La Unión Ciclista Internacional (UCI) convoca una cumbre con todos los estamentos del ciclismo para lavar la imagen de su deporte. Una UCI que está tan en entredicho como la mayoría de las gentes del ciclismo. La preside Pat McQuaid, que después de haber sido ciclista profesional se ha visto envuelto en escándalos y demandas, al igual que su antecesor, Hein Verbruggen. No deja de ser curioso que mientras se piden castigos ejemplares para los ciclistas a la menor sospecha de dopaje, los dirigentes queden exentos del juicio sumarísimo por actuaciones que siembran dudas. El ciclismo no lo pueden limpiar quienes lo ensuciaron. Lo dijo Echávarri, y su predicción se va cumpliendo. Tendrá que pasar una generación para rehabilitar el ciclismo.
Catorce años después de estas palabras a raíz del caso Festina, la UCI no ha solucionado el problema. Frente a ella no es casual que las tres grandes vueltas estén dirigidas por personas sin pasado ciclista. Es una luz al final del túnel. El Tour, el Giro y la Vuelta, como negocios privados que son, no pueden permitirse conchabeos. El Tour lo conduce desde 2005 Prudhomme, 51 años, periodista procedente de la televisión francesa; el Giro desde 2011, Acquarone, 41 años, economista y director de marketing en RSC Sport; la Vuelta, desde 2009, Guillén, 40 años, abogado de Unipublic. Los tres están libres de sospecha y complicidades. Serán ellos quienes regeneren el ciclismo, porque en el resto de su mundillo, mejor no escarbar. Por eso la UCI no es de fiar.




