Sensibilidad con Nueva York
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La maratón de Nueva York es la prueba popular por excelencia del deporte. Por primera vez desde que comenzó a celebrarse en 1970, no se disputa. El trastorno es enorme para las miles de personas que han viajado para participar en la prueba. Podemos estar hablando de 50.000 entre corredores y acompañantes, con un gasto medio de mil euros por persona. Pero Nueva York, y así lo han manifestado sus habitantes, no estaba para fiestas. Hay que tener sensibilidad con ellos. Su maratón es lo que es gracias a sus ciudadanos. Sin ellos no tiene sentido. Son dos millones, que no dejan un metro libre del recorrido y crean un ambiente sin igual. Por eso todo el mundo quiere ir a Nueva York. El espectáculo no es la carrera, son los espectadores.
Espectadores activos y apasionados, que jalean el paso de los atletas desde el primero hasta el último. Fred Lebow, creador de la prueba, explicó con gran acierto las razones del éxito de su carrera: "No podemos cantar sin una buena voz o bailar si no somos bailarines. La mayoría de nosotros nunca actuará en un escenario. Pero tanto si eres un atleta de talla mundial o un corredor popular, el maratón es tu escenario. Un escenario de calles en las que actuar y sentirse orgulloso mientras millones de personas aplauden. Es como estar en Broadway y conseguir una prolongada ovación del público puesto en pie". Es evidente que hoy no se daban las condiciones necesarias para vivir esas sensaciones. Hay que haberlo vivido para entenderlo.




