Una decisión que premia la pillería
Si yo fuera Pedrosa, estaría bastante mosqueado con lo que pasó ayer en Malaisia. Nada de lo que sucedió en la vuelta catorce se puede cambiar, pero no se debería volver a repetir. Dani fue el más rápido en las vueltas 10, 11, 12 y 13, mientras que Lorenzo iba cada vez más lento. Stoner, que iba tercero, empezó a apretar a Jorge robándole medio segundo por vuelta. Los dos pilotos de Honda echaban el resto, mientras que el de Yamaha estaba más pendiente de parar la carrera que de disputarla. En la vuelta catorce, el mallorquín casi se cae, quizá por pensar más en la bandera roja que en la lluvia. En ese momento se detuvo la carrera y las motos no volvieron a rodar. Por suerte, todo acabó ahí, pero quedaron en el aire demasiadas incertidumbres.
¿Quién detuvo la carrera: Lorenzo, porque le convenía, o Dorna? ¿Y por qué? ¿Qué hubiera pasado si Lorenzo se cae? ¿Y si además es justo antes de la bandera roja? Aunque no lo parezca, esto es el Mundial de MotoGP, el no va más del motociclismo. Pedrosa, Lorenzo y Stoner (este con más riesgo por su lesión), como todos los demás, estaban rodando en igualdad de condiciones. Crutchlow y Bradl, por ejemplo, se cayeron por arriesgar. Cuestión de talento. Todos disputaban una carrera declarada en mojado, pero al final la realidad fue otra. Jorge no tiene la culpa, fue el más listo y se aprovechó de un reglamento con demasiadas lagunas. Ayer se premió la pillería, no el valor y la destreza de correr en condiciones extremas, y eso no es justo. El mejor no tuvo premio.