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Se acabaron pagando las bajas

Decíamos ayer que ante el aluvión de contratiempos en defensa, lo mejor era protegerse teniendo el balón. Y así pasó durante 45 minutos. En ese tiempo Busquets parecía Piqué, Ramos ejercía de jefe y Alba demostraba que está entre los mejores laterales del mundo. El cuarto de la línea, Arbeloa, el patito feo muchas veces, cumplía con la labor más ingrata: parar a Ribèry. De haber seguido en el campo y ocurrir lo que ocurrió luego, no tengo dudas de que habríamos cargado las tintas contra él. Pero su lesión igual nos abre los ojos.

Porque al desgaste de nuestros jugones y cierto atrevimiento de Francia, hubo que unir la lesión de Arbeloa. Y por ahí comenzó a llegar el peligro. Busquets ya no estaba tan seguro en los cruces, Juanfran se olvidaba de defender y los galos lo vieron claro cargando el juego por esa banda. Y llegó el empate. Las polivalencias de los jugadores, valen para lo que valen, para unos minutos de emergencia. Han tomado nota.