Un portero frente a su propio mito
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Si comparamos a Casillas con el resto de porteros del mundo sigue siendo el mejor. Hoy también. Si rizamos el rizo, y comparamos a Casillas con Casillas, podremos aceptar que su porcentaje de milagros por partido es menor de lo acostumbrado. Hasta ahí alcanza, en mi opinión, la crisis de Iker. Antes salvaba a la humanidad y ahora rescata a las personas de una en una. Aclarado esto, tengo la impresión de que Casillas se siente más a gusto en la Selección que en el Real Madrid. No pretendo insinuar que esté infeliz en el club de su vida, no digo tal cosa. Tal vez lo suyo sea una inclinación inconsciente e instintivamente paternal. Iker ha experimentado la transformación de España en equipo campeón y el Madrid siempre ha estado en la cima o alrededores. Y se quiere más al niño con dificultades.
Los otros problemas de Casillas tienen que ver con el puesto que ocupa. No sólo en la portería, sino en el imaginario popular. De tanto decir que tiene alas hay quien ha terminado por creerlo, y ahora le culpa por no desplegarlas. El yerno perfecto se ha echado novia y el ente ideal se ha transformado en carne y Facebook. De niño cantor a capitán con mando. Quizá por eso se le noten más los rasgos humanos y la ausencia de alas.



