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Koke ha recuperado el córner

Es pronto para jugar a las comparaciones. Le queda por confirmar fuera de casa la voracidad que desborda en el Calderón. Pero este arranque del Atlético tiene un aire al curso del doblete, que se construyó partido a partido, sin sueños a largo plazo. Recuerda por ejemplo en la fiebre del gol, el hambre de portería constante y de todos. Simeone ha conseguido implicar a medios y defensas en esa aventura. También a Koke, inesperado actor principal de este equipo con pinta de crecer mucho. Su pobre papel en la pobre selección olímpica que pasó por Londres no invitaba a pronosticar este protagonismo. Tampoco la irrupción de Óliver, al que ahora se empeñan en hacer desaparecer y estropear. Pero Koke ha conquistado un sitio.

Por trabajo y sentido táctico, por asociación y pase, también por llegada, pero sobre todo por una virtud que el Atlético había perdido. Precisamente desde aquel Pantic del 96: la precisión y veneno con regularidad en los centros desde el córner o las faltas laterales. Un extraño mal afectó en los últimos años a los lanzadores colchoneros, que se quedaban a menudo cortos, o largos. Ahora no. Hoy todos los centros avisan de peligro y alcanzan el punto deseado del área, casi siempre una cabeza amiga. Se acerca Falcao, le cuenta a Koke algo al oído antes del envío y al instante, pese a la nube de rivales, el balón se reúne puntualmente con el ariete colombiano. Un especialista desde la esquina. El Pantic del Cholo. O casi. Eso es Koke.