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La afición tenía ganas de cambio

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No es el momento de matar a Gorka Iraizoz, que en la etapa de Bielsa no ha terminado de crecer como guardameta, pero tampoco ahora es el peor del mundo. Ha tenido que llegar una lesión para que Raúl se ajuste los guantes de verdad, no en partidos intrascendentes, como los tres últimos oficiales que había disputado ante PSG, Getafe y Helsinki. Un portero como él, que lleva una trayectoria profesional sin que un técnico le haya fiado toda una temporada, necesita continuidad. Y ahora la va a tener por la lesión del titular. Lo cierto es que la afición demandaba un cambio y ahora empezará a evaluar las opciones del suplente.

Si algo trasluce Raúl es sensación de pasmosa tranquilidad para tratarse de un portero con urgencias. Tiene más problemas por arriba que por abajo, aunque transmite que intenta dominar el área pequeña. Y confía mucho en su juego con el pie, que ante el Málaga le pudo suponer un sonrojo. Hasta para eso hay que tener suerte. Iraizoz había ido claramente a menos. En época de barbecho, se había convertido en indiscutible. Ahora, se inicia la comparación, que no siempre es odiosa. No sé si es tan importante, entiendo yo que sí, pero nunca he visto ser tan regulares a los porteros del Athletic como en la época en la que les entrenaba el alemán Walter Junghans, ahora en el filial del Bayern porque Neuer impuso cuando fichó a su preparador en el Schalke.