Admirado hasta casi quererlo
El pasado febrero, el Athletic se enfrentó al Lokomotiv de Moscú y AS propuso a Iribar visitar la tumba de Yashin, un guardameta en el que siempre se había fijado y al que tuvo la oportunidad de medirse en la Eurocopa de 1964. "Era una de esas personas que admiras y aprecias hasta quererlo", dijo entonces El Chopo con lágrimas en los ojos, mientras depositaba un ramo de flores en el lecho de la Araña Negra. La frase del mito rojblanco la habrían firmado con los ojos cerrados los ex porteros del Athletic que ayer le aplaudieron a pie de césped cuando se disponía a recibir el homenaje de San Mamés. Iribar no tenía muy claro qué es lo que le esperaba en La Catedral. Imaginaba ex compañeros, imaginaba la gente entregada, pero desconocía la envergadura emotiva de lo que le habían preparado. Tener a su lado a todos los porteros que han defendido la portería rojiblanca desde su retirada le provocó el primer escalofrío de emoción. El segundo llegó cuando escuchó el bertso de Andoni Egaña, al que aprecía, y el remate lo tuvo con la cerrada ovación que le tributó el campo mientras atronaba el clásico Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar no hay ninguno.
Entre todos los gestos brillaron el de los Andonis, Cedrún y Zubizarreta. El primero es portero de cuna, hijo del gran Carmelo, al que Iribar conoce desde niño. El segundo fue su hijo deportivo. El ahora director deportivo del Barcelona solo habla maravillas de El Chopo, al que ayer volvió a abrazar.