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Otro curso al filo de lo imposible

El Rayo recibe al Madrid en puesto de Europa League, con siete puntos en cuatro jornadas, ritmo que, mantenido, le llevaría a 66 a final de curso, más que suficientes para acudir a Champions. Pero no se engañen, sufrirá. Y Paco Jémez ha decidido hacerlo desde la valentía, con sólo un stopper (dos ante el Madrid) y dos laterales (ofensivos, para más señas). Hay más de necesidad que de virtud en la medida. Los tres centrales que más jugaron el curso pasado (Arribas, Jordi y Pulido) ya no están. Aceptaron ofertas mejores o regresaron del préstamo. En esa zona se ha tornado duro el concurso de acreedores y ahora hay que jugar cada partido sobre el alambre, siempre al filo de lo imposible.

También arriba el equipo se ha visto fuertemente descapitalizado porque se marcharon los tres goleadores (Michu, 15 tantos; Diego Costa; 10 en cuatro meses; y Tamudo, 9). Los autores de 41 de las 53 dianas del equipo la campaña pasada ya no están en Vallecas y los que han llegado tienen menos reputación. Así que el Rayo queda condenado a una permanencia de autor, a que el técnico ponga a la plantilla por encima de sus posibilidades, a que los once nuevos (seis a coste cero y cinco prestados) cuajen, a que Leo Baptistao acabe siendo lo que apunta, a que la habilidad de José Carlos o la sabiduría del Chori Domínguez le saquen del apuro. Y habrá que pedir también que el castigo a Lass (como el de Ramos) sea breve, porque ese arreón tardío del Calderón llevó su firma. Y si todo falla, siempre quedará el mercado de invierno. Los descartes de otros tienen propiedades curativas para el Rayo.