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La culpa no es solo del entrenador

El empate ante el Lugo volvió a desnudar los defectos que tiene el Sporting. La fragilidad defensiva es un lastre que acusa todo el equipo, con una alta dosis de inseguridad. La dinámica del equipo no es nueva. Ya en Primera División se sufrieron algunos descalabros, pero era impensable que en Segunda se repitieran estos apuros continuos, sin que, por otra parte, las estrellas del equipo hayan enseñado en la práctica su calidad futbolística, tan extraordinaria como teórica. La situación del equipo, hundido en la cola de la clasificación, con sólo dos puntos de doce posibles, es inesperada y decepcionante, sobre todo porque la composición de la plantilla permitía pensar que era de las mejores de la categoría.

La buena pretemporada fue el pilar para que la Liga empezara con casi 20.000 abonados esperanzados, que tras las cuatro primeras jornadas nadan en la decepción y un enfado . La falta de rendimiento de las principales figuras del equipo es un valor reducido, al que se suma que el equipo está físicamente muy flojo. No hay más que ver el bajón de las segundas partes. Esta situación provoca que haya un fútbol atascado y que el míster no acabe de dar con la tecla.