Y para empezar, ¡sorpresa!

Mariano Tovar


Ya no podíamos más. Necesitábamos un chute urgente de football y creo que ninguno salimos decepcionados de un Giants 17 – Cowboys 24 que deja a unos donde suelen estar a estas alturas y pone a otros algunos escalones por encima de las expectativas. Por una vez, y sin que sirva de precedente, los de Dallas jugaron al nivel que se les presupone.

Lo de los Giants fue más sorprendente por la derrota que por el juego exhibido. Como os digo siempre, el equipo azul de NY tarda en arrancar todas las temporadas. Frente a los Cowboys solo funcionó la presión sobre la línea ofensiva rival. Los Cowboys acumulaban penalizaciones cuando sus guards y tackles cometían salidas falsas intentando anticiparse a la presión asfixiante del front four rival. Curiosamente, cuando todos esperábamos que el problema fuera a más a lo largo de partido, sucedió lo contrario. La línea de los Cowboys sufrió menos en la segunda mitad. Un magnífico Romo y la gran labor de Garrett desde la banda ajustando el plan de juego tuvieron la culpa.

El resto de los Giants rozó el desastre. Por otro lado, lo tradicional en septiembre, cuando viven en una nube de irregularidad, ganan de chiripa los partidos que deberían perder y pierden, también a los puntos, los que todos esperan que solventen sin dificultad.

Los linebackers fueron un coladero en cobertura y fallaban placajes inexplicables contra la carrera, los corners perdían la posición y los safeties siempre llegaban tarde, la línea ofensiva se hundía una y otra vez y, lo que es peor, era incapaz de abrir y mantener rutas para la carrera, Bradshaw parecía lento y Wilson cometía un fumble en la primera mitad que impedía una anotación más que probable y que, para mí, marcó un punto de inflexión en el partido.


Manning volvía a poner esas caras de lechón y se desesperaba lanzando pases in extremis mientras sus receptores se dejaban caer balones inexplicables. Durante la primera mitad, el MetLife Stadium se ponía en pie gritando “¡¡¡CRUUUUUUUZ!!!” cada vez que la pelota se acercaba a él, pero durante la segunda mitad, se hizo el silencio cuando el receptor dejó caer bolas sencillas.

Los Giants siempre dieron la sensación de que necesitan aún mucho trabajo para acoplarse. Si no fueran ellos, quizá empezaríamos a pensar que su futuro se presenta negro, pero esta película ya la hemos visto. Como os dije en algún artículo anterior, la mala noticia para los de Coughlin hubiera sido empezar arrasando, siempre que comienzan así terminan viniéndose abajo mediada la temporada. El problema es que su división será, quizá, la más competida de toda la NFL y este año no se podrán permitir ni muchos tropiezos ni alcanzar el tope de forma en postemporada, porque entonces no llegarán a ella.

Los Cowboys fueron todo lo contrario. Por fin vimos un equipo ambicioso y metido siempre en el partido. En Dallas hay mimbres, lo que suele fallar es la actitud, pero si consiguen mantener todo el año la intensidad del miércoles quizá sí tengan mucho que decir ahora que casi todos habíamos dejado de centrar los focos en ellos.

El front seven fue un reloj. Volvieron loca a la línea rival mientras DeMarcus Ware se daba un festín y las puertas a la carrera se cerraban casi en el instante del snap. Es verdad que se vieron muy beneficiados por las manos de mantequilla de los receptores rivales, pero estaban siempre encima de cada rival, sin dar un respiro, fallando muy pocos placajes y sin dejar espacios para que Manning pensara.

También me encantó el trabajo de Carr y Claiborne. Me sorprendió el impresionante debut del rookie, que ha entrado en la NFL como un meteoro. Si lo visto en New Jersey no es un espejismo, esa pareja de corners puede dar este año mucho que hablar. Quizá haya que apuntarles varias de las pérdidas de balón de los receptores rivales. Les amordazaron literalmente.


Como os dije al principio, la línea ofensiva sufrió mucho para frenar las cargas de los Giants, pero sin embargo hizo un magnífico partido abriendo rutas a un DeMarco Murray que estuvo majestuoso, en mi opinión fue el mejor jugador del partido y el factor desequilibrante que destrozó el plan defensivo de Nueva York… eso sí, aprovechándose de los constantes fallos de placaje de sus rivales.

El otro factor decisivo de la noche fue la conexión Romo-Ogletree. El receptor estuvo en casi todas las jugadas clave del partido. Anotó dos touchdowns y consiguió el primer down que cerró el choque. Romo, en su faceta de superestrella a pesar de sufrir una intercepción, supo librarse de la presión de la defensa rival gracias a una batería de pases rápidos entre líneas al centro que hizo mucho daño a los Giants. Más tarde, cuando los Cowboys ya tenían la iniciativa, se hinchó a encontrar receptores con lanzamientos precisos y siempre al objetivo que más daño hacía.

Si no habéis visto el partido, y después de lo que os he contado, os podrá parecer que fue un paseo militar de los Cowboys. No es verdad. Sí es cierto que en todos los drives a partir del segundo cuarto dieron la sensación de tener más recursos para mover el balón que sus rivales, pero los Giants tienen oficio de sobra y, siempre a remolque, estuvieron a punto de darle la vuelta a la tortilla en el arreón final. En la NFL ganar nunca es sencillo.

Os confieso que estoy encantado. Después de tantos meses sin football todos estábamos ansiosos y los dos equipos nos regalaron un partido intenso, lleno de detalles que merecen ser comentados y de emoción. Ojala durante toda la temporada el listón se mantenga tan alto… y los árbitros, sean quienes sean, tengan tan poco protagonismo en el juego.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl

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