El diablo de Contador

La diferencia entre un gran campeón y un buen ciclista estriba muchas veces en la capacidad de resolver las dudas. En el instinto, la intuición y la perseverancia. Alberto Contador lleva atacando en esta Vuelta a España desde que la carrera se empinó por primera vez en la tercera etapa en Arrate. Nunca ha dejado de hacerlo. En su insistencia también hubo tiros al aire, arranques de ansiedad o mal calculados… Pero de tanto disparar, al final Contador ha dado en la diana. Solo le faltaba cambiar el punto de mira: “No he sido capaz de soltar a Purito en los puertos, así que tenía que intentarlo de lejos”, explicó con el maillot rojo ya enfundado. Bingo.

 

El espectáculo que ofreció Contador camino de Fuente Dé ya es una de las mejores gestas en la historia de la Vuelta. Precisamente lo imprevisible de su ataque, el factor sorpresa, fue determinante para tumbar a Purito. Al catalán le invadieron las interrogantes cuando vio saltar a su rival: ‘¿Salgo a por él?’, ‘¿Me espero al descenso?’, ‘¿Busco aliados?’, ‘¿Espero a que reviente?’ Y en ese mar de dudas, Purito Rodríguez ha perdido la Vuelta a España.

Las dudas son humanas… Hasta el propio Contador las tuvo: “Tenía un diablo que me animaba a saltar, y al otro lado un ángel que me decía que guardara fuerzas”. Al final ganó el diablo, en una acción que Alberto definió como “kamikaze” y “locura”… “Bendita locura”, le escuché decir una vez a Javier Mínguez después de una victoria en el Tour con un ataque lejano de Oliverio Rincón, que desoyó a su ángel (en este caso el propio Mínguez) y se lanzó a por la gloria.

Las dudas son humanas… Pero normalmente si esas dudas se resuelven tirando de valentía, tarde o temprano encuentras el premio. Purito titubeó. Tenía tan amarrada la Vuelta que tuvo miedo a perderla… Y por tener miedo a perderla, la perdió.

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