¿Para qué tantos centrales?
No se sabe qué partido imaginó Simeone. Pero no ocurrió. El técnico aprovechó las bajas laterales para innovar con tres centrales. Sonó excesivo, más con el paso de los minutos. El Levante vivió escondido en su área y dejó en punta a Ángel, que no es Koné. Tres centrales contra uno. ¿Para qué tantos? El ataque de entrenador va en la entrada, pasa tarde o pronto; lo raro fue la insistencia, no dar el brazo a torcer. El encuentro pedía a gritos ideas (a Diego, vamos), ocurrencias para conectar con Falcao o Adrián (conviene rescatarlo de la banda). Menos conformismo y precauciones y más riesgo. Un paso adelante. Lo era sin duda Óliver (lo ven como está para jugar y va a hacerlo), pero no para situarse tan arriba y sin Adrián (muy bajo, sí) para encontrar sus desmarques. Cuando se fue Gabi, el crío se retrasó y crecieron sus opciones de pase. Entonces le faltó tiempo.
Fue una estupenda noticia comprobar que Simeone iba de farol con el frenazo al chico de la cantera. Lo preocupante fue su falta de ambición. El Atlético tuvo la iniciativa, la pelota, pero consentida. Volvió a importarle más no perder que ganar. No se le vio cara de urgencia ni al final. Le valía el empate. Ese trote parsimonioso de Arda para sacar de banda lo delató hasta irritar. Y así no se gana tampoco la otra Liga (parece oficial el mensaje lanzado por Tiago de que en la primera se rinde). El Atlético debe vencer siempre al Levante. Por lo menos pretenderlo.