Chupinazo a la Vuelta

La contrarreloj por equipos ha dado el chupinazo a la 67ª edición de la Vuelta a España. Me ha gustado mucho este arranque en Pamplona, con final por el recorrido de los encierros de San Fermín hasta desembocar por una alfombra roja en la meta en la Plaza de Toros. Muy visual y muy televisiva. Unas imágenes que han fusionado el deporte con el folclore y la tradición. Se demuestra así, una vez más, que el ciclismo es uno de los mejores vehículos de promoción turística. El Tour de Francia lo demuestra año a año. Ahora, también la Vuelta. Para redondear la faena, la crono tuvo un final feliz y el abarrotado coso rugió con la victoria del Movistar, un equipo con orígenes navarros, y con el liderato del vizcaíno Jonathan Castroviejo, quien probablemente llegue el lunes a casa vestido de rojo.

Y me ha gustado también mucho que un equipo como el Caja Rural, con sede en Navarra y debutante en la Vuelta a España, haya colaborado en esta imagen con ese buzo especial de contrarreloj inspirado en los mozos de los encierros. La marca ha renunciado por un día a sus colores corporativos (ese verde y amarillo que recuperará en la segunda etapa) para unirse a la fiesta y a la promoción. Un 'sacrificio' que indudablemente le habrá compensado con un buen retorno publicitario, que al final es lo que buscan los patrocinadores.

No hay que perder la perspectiva de que la Vuelta a España es un evento deportivo. Pero sin agredir esa esencia, creo que los organizadores aciertan en explotar también estos detalles a favor del espectáculo… Porque el ciclismo actual es también eso: un espectáculo televisivo. Y de sus audiencias dependen los posteriores patrocinios. Para enganchar a los mecenas hay que enganchar antes al público, y no sirve limitarse únicamente a los puristas, especialistas o entendidos de un deporte. Hay que ampliar miras y vender el producto. Profesionalismo y supervivencia.

 

Dicho esto, comprendo a todos aquellos analistas que echan en falta en este recorrido una gran etapa de montaña con amplio kilometraje, o llegadas ubicadas tras un descenso en lugar de siempre hacia arriba, o la incorporación de una segunda contrarreloj más llana… Lo comprendo y lo respeto… Y hasta puedo coincidir en algún caso con esas tesis, como ya he expuesto alguna vez por aquí. Pero no es menos cierto que la Vuelta exprime su propia idiosincrasia: llegadas en alto, repechos, etapas cortas, evitar la proliferación de sprints en jornadas llanas, bonificaciones para aumentar la competencia… El resultado final dará o quitará la razón a unos u otros, pero así, de entrada, a mí la filosofía y el escenario me gustan. Si a eso le añadimos los nombres de Contador, Froome, Purito, Valverde, Antón o Gesink… El chupinazo anuncia una gran fiesta.

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