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El largo adiós al once de carrerilla

La vorágine del desenlace final de un fichaje arrastra al rincón incluso a las más nobles dudas que acompañan a todo nuevo futbolista. Como si de abrir un regalo se tratase, el lustre de la adquisición se lleva los focos y ahoga otras voces. Y más en un verano en el que el Madrid de Mou parece tranquilo, sin presión por comprar a cualquier precio. Pasado un tiempo, volverá a la calle esta pregunta: "Si viene Luka Modric, con lo bien que iba todo, ¿a quién quitamos del once?".

Contaba Carlos Santillana cómo todos los años se fichaba un delantero para quitarle el puesto y acababa siempre jugando él. Ese juego envenenado, aunque Higuaín piense otra cosa, se ha trasladado a la zona del terreno de juego que más debate está produciendo en el Madrid desde que Paco Gento dejó en herencia el dorsal número 11: el centro del campo. Suena lejano, pero todavía tenemos interiorizada una vieja y terca (también idílica) querencia por el once de carrerilla. Los hechos demuestran lo contrario: las temporadas son cada vez más largas y cargadas de partidos, los encuentros tienen más alternativas tácticas y la alineación perfecta no existe, y sí las plantillas completas con franca competencia. ¿Özil, Di María? La calidad de Modric puede ayudar a ser mejores a sus compañeros, incluso aunque les quite el puesto.