Adrián y Óliver, las estrellas

Atlético y Adrián están condenados a entenderse. Los dos se necesitan. El asturiano ha explotado en el Calderón y ahora es uno de los valores más cotizados del fútbol. Adrián necesita cuanto antes olvidarse de su experiencia olímpica y que el entrenador le ponga en su posición como pareja inseparable de Falcao. Meterle en la banda derecha es condenarle al ostracismo. El delantero rinde al máximo cuando tiene libertad de movimientos y le dejan aparecer en cualquier zona en la que desequilibra con sus regates diferentes. Adrián se siente colchonero y por eso le dio calabazas al Barcelona, es agradecido y sabe que con la rojiblanca le ha llegado la internacionalidad.

Con Óliver es una de las grandes ilusiones de los aficionados. Lo del chaval no lo entiendo. Debería tener ya ficha del primer equipo y dar una exhibición de las suyas en la Supercopa. No me convence apelar a su corta edad para ir con tranquilidad en su carrera. Todos los grandes debutaron a corta edad en clubes de campanillas, como pasó con Pelé o Cruyff. Sin hacer comparaciones, que son odiosas. Óliver es el que tiene que marcar diferencias en el Atlético.