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Lo más sensato es buscar un triunfo que sirva de revulsivo

Ganar a Brasil o dejarse vencer para evitar al gigante USA. El debate no sólo me parece poco deportivo sino vanidoso. El juego mostrado hasta ahora por nuestra Selección no invita al optimismo. Es absurdo seguir soñando con el oro, con una victoria sobre un equipo norteamericano que se evidencia arrollador. Y por supuesto también es ingenuo considerar que ganar a Brasil depende exclusivamente de lo que deseemos nosotros. Es una formación muy potente, que como la de Rusia, ha llegado a Londres en un gran momento.

En veranos anteriores teníamos un gran equipo con una estrella que marcaba las diferencias. Esta vez mantenemos la estrella, Pau Gasol, pero no puede marcar diferencias porque se encuentra sin un gran equipo detrás. Por diversas circunstancias, lesiones o escasa adaptación, la Selección no está desarrollando su mejor potencial y nada indica que pueda lograrlo en breve plazo. Pau intenta tirar del carro, ejercer de líder además de figura, pero le falta el respaldo que siempre ha tenido en su escudero de lujo, Navarro. Si a esto unimos la semilesión de Marc y la aún mediana integración de Ibaka resulta que la máxima fuerza teórica del grupo, el juego interior, no se ve confirmada. Lo más sensato ahora, y lo más honesto, es buscar mejoría en una victoria que ejerza de revulsivo y ya que el oro es una utopía, acabar dignamente con el bronce o si no fuera posible con imagen limpia de entrega y competitividad.