Pulseras de la suerte y algo más

Entrevisté a Del Bosque la víspera y me confesó que estaba nerviosillo. Volvió a reiterar que no estaba dolido con ciertas críticas y que se sentía un privilegiado. En un momento dado le pregunté por dos pulseras que luce en su muñeca izquierda. Una se ha hecho famosa porque es de grandes dimensiones y con los colores de la bandera nacional. La otra, más discreta, también tenía los mismos colores pero, tras dos años, está totalmente desteñida. El míster se la puso antes de disputarse el pasado Mundial. Siendo como es un hombre metódico, sorprende que crea en aquello de que no debe quitárselas hasta que se caigan de viejas.

Pero esas pulseras no son la clave del triunfo. Igual algo ayudan. Influyen más el sentido común, la coherencia, la bonhomía de un entrenador dialogante, que sería capaz de sacrificar un resultado antes de ver que uno de sus jugadores se comporta de forma antideportiva. Porque su mensaje es muy claro. El fútbol puede ser un ejemplo para la sociedad. Así se lo recordó a sus internacionales en Johanesburgo y ayer en Kiev media hora antes de que saltaran al campo.