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Yo digo J. J. Santos

Kiev quiere que la final sea una gran fiesta

Aquí todo es a lo grande. El Fun Park para acoger a aficionados sin entrada asusta por sus dimensiones. Cuatro campos de fútbol como poco. Ocurre lo mismo con las amplias avenidas, herencia del pasado. En las habitaciones de nuestro hotel se puede montar una fiesta. Grandeza sin adornos. Bueno, no exactamente. Por la noche, las calles del centro han sido engalanadas con luces al estilo de las nuestras en Navidad. Saben que la final de la Eurocopa es la gran oportunidad para darse a conocer al mundo, no sólo por los miles de visitantes, sino por los millones que seguirán el partido por televisión. Ucrania quiere dar una imagen de hospitalidad. Y lo está consiguiendo. Lo de la modernidad quedará para más adelante.

Pongo un ejemplo. Hay un serio problema de hoteles. Muchos sponsors de la Eurocopa han bloqueado desde hace tiempo cientos de habitaciones. Del tal modo que cada día tenemos cama en un establecimiento distinto. Ayer, tras muchas horas de trabajo, nos encontramos que teníamos las maletas en la recepción. Tal cual. Nos habían recogido todo sin previo aviso. Eso sí, con una amable sonrisa del empleado de turno que nos explicaba que en unos minutos nos darían una nueva habitación en otra planta del mismo hotel. Una cosa de locos. Luego lo entendimos todo. La chispa de la vida había aterrizado en Kiev. Ya me entienden.