Hemos pasado del verde de Polonia al gris de Ucrania
No es el mejor lugar para la bienvenida un hangar de base militar, a las ocho de la mañana tras una noche sin dormir. Tampoco una hora de espera para recoger unas maletas que finalmente no llegan. Menos aún la rudimentaria forma de transportar el equipaje del avión a la mal llamada terminal. Ni un cielo plomizo que nos recibió, a juego con las antiguas edificaciones soviéticas. Esa ha sido la primera imagen de Kiev que hemos visto la mayoría de enviados especiales. Seguro que con el paso de las horas cambia pero, de momento, echamos de menos las tres semanas de paisaje bucólico en Polonia. Nos hemos topado de nuevo con la dureza de una gran ciudad. Hasta Donetsk resultaba más acogedora.
Aunque la cosa cambia cuando abres la ventana de la habitación y contemplas el río Dniéper. Majestuoso. La ciudad queda casi dividida en dos por el cauce del río. Miles de españoles deambularán por sus puentes el domingo. Algo parecido a lo que ya vivieron en Viena en 2008. Eso sí, por lo visto, la marea roja no tiene la fuerza de antaño. La crisis y lo complicado del desplazamiento están frenando su fuerza. De aquí al domingo, nos acostumbraremos al tono grisáceo de Kiev. El resto lo dejamos en manos de los chicos de Vicente.