Olaf Thon y el término medio
Esta vez no hubo bostezos. Alemania dejó encendido el diesel desde el partido con Portugal y jugó como si no conociese de nada a los holandeses, como si todo el odio incubado en los Países Bajos desde 1939 no le afectase, como si la multiculturalidad futbolística teutona le colocase en el limbo. A los oranje no les bastó con ganar la Eurocopa de 1988 ni con la imagen de Koeman limpiándose el trasero con la camiseta de Olaf Thon para exorcizar demonios históricos.
El mejor desprecio volvió a ser no hacer aprecio y encomendarse a un 9 de origen español (qué mal se transmite la ironía por escrito) y a un central tan bueno que da pena no llamarle líbero, categoría para un stopper superior. La autoridad de Hummels y Mario Gómez y la inanidad de De Jong y Van Bommel, demostraron que Alemania y Holanda son aún equipos sin término medio: o defienden o atacan. Sólo España es diferente. Pero eso tampoco asegura la clasificación.