La marea roja inunda Polonia de punta a punta
¡Cómo hemos cambiado! Hace años era impensable ver más de un centenar de españoles en las ciudades donde jugaba la Selección un Europeo o un Mundial. Ahora se cuentan por miles. Coincidí ayer con un grupo en Hel, un precioso lugar a orillas del Báltico. Volaron de Madrid a Berlín y allí coche alquilado hasta Gdansk (500 kilómetros). Han planificado una semana de vacaciones para ver toda la primera fase. Como ellos, otros muchos distribuidos por Sopot y resto de ciudades costeras. Contra Italia ganamos por goleada en la grada y hoy está asegurado al menos el empate frente a los irlandeses. A todo eso sumen un buen número de vuelos chárter que llegarán desde primera hora de la mañana. Volveremos a estar más de diez mil seguidores españoles en el estadio. Una pasada. Y el lunes contra Croacia se repetirá la historia. Gente que presume de colores, que se identifica con una forma de juego. Ausencia total de camorristas. Poco a poco vamos cambiando también la imagen que se ve en la grada, desterrando la boina y el capote para dar paso a la bandera pintada en la cara. Gente sin complejos que ha descubierto el placer de hacer turismo siguiendo a la Selección.