La mujer en América: 'No fueron solos'
Mencía Calderón se vio ante una situación realmente angustiosa. Su marido Juan de Sanabria acababa de morir de fiebres tercianas dejándola con cuatro hijos (tres chicas y un hijastro) y todo su dinero invertido en una aventura. Sanabria había obtenido de la corona española el título de adelantado de las nuevas tierras descubiertas al otro lado del Atlántico tan sólo 58 años antes. El título conllevaba la obligación de poblar el territorio del Río de la Plata, para lo cual había fletado tres barcos. Renunciar suponía perderlo todo así que doña Mencía decidió seguir adelante.
Y un 10 de abril de 1550 partía de Sanlúcar de Barrameda acompañada de cincuenta mujeres, incluidas sus tres hijas, cuyo destino era fundar familias en el Nuevo Mundo. Después de una accidentada travesía que conllevó los habituales ataques piratas, tormentas y enfermedades, llegaron a la costa americana pero no al destino que tenían previsto, por lo que tuvieron que recorrer a pie unos 1.600 km de selvas y territorios tan hostiles como desconocidos. En total su aventura duró cinco años de penurias y lucha denodada. Son aventuras que ahora nos parecen simplemente increíbles. Isabel Barreto fue la primera y única almirante que ha tenido la Armada española. En 1595 lideró una expedición por el océano Pacífico. Inés Suárez acompañó a su amante, Pedro de Valdivia, en la conquista de Chile participando en la fundación y defensa de la actual Santiago de Chile. Mencía, Isabel o Inés son algunas de las protagonistas de una exposición abierta en uno de los más hermosos museos que tenemos, el Museo Naval de Madrid. Quizás está algo olvidado por la cercanía del Museo del Prado, pero es uno de los que más aventuras nos muestran y que más interés me despiertan, una joya. Bajo el título No fueron solos esta muestra hace un repaso y homenaje a las mujeres que participaron en la conquista y colonización de América. Como bien se señala en la muestra, el papel de la mujer fue crucial para el asentamiento y la consolidación de una nueva sociedad: la hispanoamericana. Aventuras como las de Mencía Calderón, Isabel Barreto, Inés Suárez o Catalina de Erauso, la monja-alférez, lograron asomar en las crónicas de la época y ocupar líneas (siempre pocas) en los libros de Historia. Pero fueron muchas más las mujeres anónimas que se atrevieron a cruzar un océano hacia lo desconocido para iniciar una nueva vida. Sin aquellas aventureras tampoco sería posible entender la magnitud de lo que aquel puñado de emigrantes, hombres y mujeres, consiguieron: crear un Nuevo Mundo.