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Siempre agradecidos

Una final (si se puede llamar así al amago de ayer) perdida siempre es la puerta a una lágrima. Y ayer hubo muchas en las caras de los rojiblancos, en sus futbolistas y en cada uno de sus hinchas, bien en los que estuvieron en el campo o los que lo vieron desde el Athletic Hiria, Bilbao, Getxo, Ondarroa, Lepe, Zamora o cualquier otro lugar en el que un corazón palpitaba con la oportunidad que se presentaba a los leones de Bielsa. No hubo triunfo en la despedida de Guardiola.

Hoy costará levantarse y esa mezcla de pereza y enfado será casi una enfermedad para los que hacen de esta bendita pasión del fútbol algo más que eso, pero la historia guardará un recuerdo perpetuo a este Athletic de ilusión, un equipo que ha conseguido que lejos del mundo rojiblanco se vuelva a tomar conciencia de que en la Galia futbolística hay vida. Los que allí viven (vivimos) llevan tiempo convencidos de que el modelo es el único posible. No hay dos sin tres. Habrá más finales.