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También ganó el enemigo

La victoria de Purito Rodríguez nos dio, de entrada, un subidón de moral... Porque fue un triunfo en lucha directa con el resto de favoritos al Giro de Italia, con un sprint dominador, con la maglia rosa enfundada, en el corazón de los Dolomitas, en la meta olímpica de Cortina d'Ampezzo, con besos al crespón negro y lágrimas en la rueda de prensa por el aniversario de la muerte de su amigo Xavi Tondo... En un escenario así era muy difícil no emocionarnos. Estamos en primavera y las hormonas andan revolucionadas. Pero... Siempre hay un pero. Una vez que volvimos a nuestro ser analítico, nos dimos cuenta de que la imagen del vencedor era la de Purito, pero que quien más ha salido reforzado de esta primera cita dolomítica ha sido Ryder Hes­jedal. ¿Todavía hay alguien que tenga alguna duda de que ha venido a ganar la Corsa Rosa? Me atrevo a decir, incluso, que el canadiense es ahora mismo el máximo candidato. Y no sólo porque se mantenga a 30 segundos del líder, que ya es suficiente motivo, sino también porque le vimos subir (y bajar) con soltura el Giau, donde además se permitió la osadía de atacar.

Después de cada jornada, la RAI emite en directo el programa Processo alla tappa, por donde pasan algunos de los protagonistas del día. En un ataque de sinceridad, Michele Scarponi dijo ayer en el plató: "Quizá nos hemos equivocado al no haber metido presión a Hesjedal cuando le vimos pasar por dificultades en las primeras semanas". El propio Purito lo admite: "Debemos atacar y tratar de hacerle caer; de lo contrario, va a ganar seguro en Milán". El español fue el gran triunfador del día, sí... Pero en Cortina d'Ampezzo también venció su enemigo.