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Está en su mejor momento

Me llama la atención su gesto de morderse el labio cuando las cosas se tuercen en el campo. Pero ya ha aprendido también a morderse la lengua. Aunque en los dos últimos años haya levantado tres trofeos (Mundial, Copa y Liga), posiblemente han sido los más duros de su carrera. Pocos saben lo que sufrió en Sudáfrica, angustiado porque la presión mediática sobre él pudiera perjudicar a la Selección. Algunos más conocen las tensiones que ha soportado este año. A Iker se le pueden cuestionar sus actuaciones en el césped, pero es una temeridad dudar de su lealtad al vestuario. Esa lealtad es la misma que profesa a sus amigos, a la familia. Igual por no abrir más ese círculo, le siguen esperando.

Y aunque toma nota, pocas veces pasa factura. Cumple una década como titular en el Madrid. El último que le sentó fue Del Bosque en la final de la Novena, el mismo que ahora confía ciegamente en su liderazgo. Diez años viendo pasar presidentes, entrenadores y fichajes de relumbrón. Y las encuestas permanecen inalterables: siempre por encima del nueve sobre diez. Eso le obliga a no ponerse plazos. Eso, y que es mejor que las futuras generaciones te recuerden viéndote en directo que por un álbum de fotos. ¿Verdad Iker? Felicidades.