El Barça, un oficio de riesgo
Si hay una pregunta que el culé no debería hacerse jamás esa es "¿Qué más nos puede pasar?". Y es que cada vez que se la hace, el destino se ríe del barcelonista apretando un poco más la tuerca del suplicio. Esa es la grandeza de un equipo que ha aprendido a superar las trastadas que le depara el destino malhadado ganando 13 títulos en los últimos cuatro años. Pueden pensar que exagero, pero ahora que Alves se ha roto en un entrenamiento de chichinabo a 9 días de la final de Copa explíquenme qué equipo ha superado lo que ha capeado este Barça para llegar donde esta.
Este es un grupo que ha superado un cáncer del segundo entrenador; dos del defensa que estaba en mejor forma; dos erupciones de volcanes islandeses que les dejaron colgados en el aeropuerto; dos viajes a Donetsk y otro a Kazán; el huracán Shakira (hubo también un tifón en Hong Kong, pero fue con Rijkaard), las fracturas de Villa, Afellay y Fontàs; las lesiones periódicas de Puyol y las perennes de Milito, la melancolía de Chigrinskiy, la mala leche de Ibra, la pandilla de Mou buscando camorra en plan Mara Salvatrucha a la salida de un salsódromo; la Acción de Responsabilidad, la resurrección de Laporta en plan peli de George A. Romero; la falta de feeling con Eto'o; más rumores que en el Sálvame; las aparaciones estelares de Gaspart y la sumisión a los dictámenes de Flórez y Sánchez Arminio. No me digan que no tiene mérito lo de Pep. Ser del Barça es un deporte de riesgo.