Rafa, tú eres el Rey Vikingo

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Ami edad me quedan pocas ilusiones por cumplir. Una era apretar la mano de mi ídolo, el auténtico héroe por el que todavía me quedo hasta las cinco de la mañana para verle por la tele dar raquetazos más allá del charco. Su presencia en el Bernabéu me cautivó como si hubiese vuelto Raúl. Allí estaba yo. Nervioso, alterado. Sólo quería verle, darle un abrazo, decirle a la cara que su madridismo sentido es valorado por la afición como si fuese nuestro Braveheart con raqueta. Nadal, como dijo Florentino, "es uno de los nuestros".
Alas 14:42 horas llegó el momento. Me vio esperando como un adolescente a la caza de un autógrafo. Se giró, me miró y me dijo: "Tomás, ¡qué alegría! Somos campeones de Liga. Lástima lo de la noche del Bayern". Me sentí como un niño con zapatos nuevos. Nadal es el Madrid. Imbatible. Number one. Rey Vikingo.



