Estudiantes: fracaso de gestión
La mayor cantera, la mejor afición, máximo carisma, simpatizantes en todo el país, patrocinadores generosos, notables ayudas oficiales, enorme tradición deportiva Y, pese a todo ello, al hoyo. Algo así como tener en el patio un pozo de petróleo y no usar el coche por falta de gasolina. Al descenso del Estudiantes sólo le encuentro una explicación: gestión desastrosa, que pone en peligro incluso la supervivencia de la entidad. Fracaso rotundo de casi todos los directivos que ha tenido el club durante los últimos años. Magníficos propósitos, encantadora filosofía, pero nulo pragmatismo profesional. Con frecuencia se ha querido abarcar más de lo que era razonable, en claro detrimento del primer equipo.
Y no habrá sido, insisto, por falta de apoyos. Del Ministerio de Educación (el polideportivo Magariños cedido), de la Comunidad Autónoma de Madrid (canchas de juego casi gratis) o de patrocinadores generosos (Caja Postal, Adecco, MMT, Asefa). Aun así, la entidad entró en quiebra acosada por las deudas, mientras que, en lo deportivo, tanto el primer equipo profesional como la cantera se debilitaban ostensiblemente. Es una falacia alardear de que se forman valores cuando debe recurrirse a históricos como Carlos Jiménez y Rodrigo de la Fuente para tener refuerzos de la casa. Es el momento de asumir responsabilidades, admitir errores y dejar el juguete en manos diestras que sepan manejarlo.