Buscando al futbolista perfecto
Hasta que esos locos bajitos de La Roja se ganaron los galones con el toque y la posesión, el futbolista perfecto era (con todo respeto al orden italiano, a la pasión argentina y a la historia inglesa) una mezcla entre el físico y el tesón de un alemán y la alegría y la técnica de un brasileño. Hoy, afortunadamente, los clichés valen mucho menos. La mezcla de culturas y razas ha borrado los tópicos y la espontaneidad ha triunfado: físico y técnica, como los de Bilbao, nacen donde quieren.
El Real Madrid también se adapta a los tiempos, casi sin darse cuenta. Los 50 y los 60 trajeron brasileños (Canario, Didi, Evaristo), notas de color en el imperio de Di Stéfano, mientras los 70 y 80 vieron teutones (Netzer, Breitner, Stielike, Schuster). Los 90 volvieron a la samba (Illgner en la puerta fue una excepción) hasta ya bien entrado el siglo XXI con la era Ronaldo. Desde hace algún tiempo, la túrmix de talento es la norma, y a Mourinho le corresponde gestionar una curiosa simbiosis germanobrasileña en un equipo multinacional. Özil y Kaká se la juegan en el Camp Nou. Como antaño, de la suma de ambos puede salir el futbolista perfecto. Ahora sólo hace falta ver si la mezcla vale por uno o por dos.