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Mala fama y mucha honradez

En el mundo del fútbol se les llama de muchas maneras. Casi todas despectivas. Los hay palitroqueros (debe venir de banderilla), los hay paracaidistas (se meten en la operación cuando está armada y participan en el negocio, porque alguna de las partes se lo permite, como si estuvieran desde el minuto uno), los hay comisionistas (puros y duros) y a otros les dicen camilleros de adelante (haciendo el gesto de la posición de las manos de los sanitarios que portan la parte delantera de una camilla). A veces no se entiende cómo si hay un club que quiere comprar, otro equipo que quiere vender y el futbolista objeto del interés, tenga que haber un intermediario, con su pertinente comisión, para que se haga el fichaje. Pero en todas las actividades mercantiles hay intermediarios y se ve normal la presencia de esos agentes comerciales. Sucede que en el sector del fútbol el dinero que se mueve es infinitamente mayor que en otras actividades y los emolumentos que ganan los agentes suelen ser mayores. Y en una llamada aumenta en millones de euros el precio y el salario del futbolista. Y las comisiones, claro.

Su fama es mala y las leyendas urbanas de su falta de honradez, casi siempre sin pruebas, con los dirigentes de los clubes de cómplices, no pueden ocultar que la mayoría de agentes son gente honesta y muy trabajadora. Así son Martorell, Margarita, Petón y toda la gente de Bahía, la cuarta agencia del mundo. Y los Manolo Quilón, Toldrá, Fermín, SuperLópez, Ginés, Mendes y tantos y tantos otros. Por cierto, las agencias de representación son una cosa y los fondos de inversión otra bien diferente...