Entre Gerrans y Valverde

El número uno del ranking mundial, ahora convertido en el circuito WorldTour, no desprende tanto prestigio como en otros deportes. Por supuesto, está a años luz de la consideración que tiene el líder del tenis, o incluso del golf. Normal. El ciclismo es más de gestas y aventuras, de resultados concretos en carreras con solera, de sonrisas y lágrimas, de héroes en la victoria y en la derrota. Reducirlo a la suma o a la resta de puntos rompe con la esencia de este deporte.

Pese a ello, voy a detenerme en el ranking mundial porque, de momento, describe bastante bien qué ha pasado hasta ahora en la temporada. Simon Gerrans ganó la general del Tour Down Under por delante de Alejandro Valverde, aunque ambos intercambiaron esas posiciones en la etapa reina. El murciano subió luego al cajón de la París-Niza, en la que se impuso Bradley Wiggins. Y Gerrans venció en la Milán-San Remo, donde pisó podio Vincenzo Nibali, que venía de imponerse en la Tirreno-Adriático. Pues bien: Gerrans, Nibali, Valverde y Wiggins ocupan las cuatro primeras plazas en la clasificación del WorldTour, por ese orden.



Este lunes empieza la quinta prueba del World Tour, la Volta a Catalunya, una carrera que cumplió 101 años el pasado 6 de enero. En la salida estarán Valverde, ganador en 2009, y Wiggins. Ambos pueden arrebatar matemáticamente ese número uno a Gerrans. Siempre podemos entenderlo como un aliciente más, aunque a mí, voy a ser sincero, eso me da igual. Yo me inclino más por ver un buen espectáculo, a ser posible encabezado por un español. El elenco, al menos, parece prometedor: Menchov, Leipheimer, Samuel Sánchez, Luis León, Andy Schleck, Cunego, Basso, Gesink, Roche, Van Garderen, Daniel Martin… Y el recorrido también se muestra lo suficientemente ondulado para asegurar alternativas y una buena carrera, aunque echo en falta una crono corta.

Dentro de una semana habrá nuevo ganador de la Volta. Y quizá hasta nuevo número uno. No creo que a Gerrans le importe mucho perder el liderato después de haber ganado, y con brillantez, la Milán-San Remo. Porque lo verdaderamente importante, lo que prestigia al ciclismo, es vivir la emoción y el espectáculo. Otra cosa distinta es la cotización que la UCI y los equipos dan a los puntos. Pero eso no llega al aficionado.



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