Freire puede hablar claro

Llamé por teléfono a Óscar Freire con la intención de hablar de su clásica favorita, la Milán-San Remo, pero la conversación luego derivó hacia Alberto Contador, hacia el dopaje, hacia el sistema ADAMS… Y el resultado fue una entrevista en la que el triple campeón mundial habló sin pelos en la lengua. Como siempre. Lo mejor en estos casos es que cada lector saque sus propias conclusiones, aunque yo me voy a permitir exponer aquí las mías.

La gente de mi entorno (y hablo tanto de gente relacionada con el ciclismo o el periodismo, como de personas totalmente ajenas a ambos colectivos) me ha repetido lo siguiente: “Si Freire dice esas cosas es porque él va limpio”. El propio Óscar advierte en la entrevista: “No puedo poner la mano en el fuego por ningún ciclista”. Así que no seré yo ahora quien la ponga por nadie. Sin embargo, es cierto que Freire nunca ha estado implicado en ningún caso de dopaje, ni siquiera de refilón, y que siempre ha pasado por un campeón honesto. Óscar, por tanto, tiene el expediente lo suficientemente pulcro como para poder hablar claramente de estos asuntos sin que nadie le saque los colores. Y por eso también puede reclamar “sanciones de por vida para los positivos claros”:



Durante la entrevista, Freire no se moja sobre la inocencia de Contador, aunque tampoco le inculpa: “Yo no digo ni que sí, ni que no”. El cántabro lleva quince temporadas en el pelotón profesional: la primera íntegra fue aquella de 1998, la del famoso ‘caso Festina’. A lo largo de este tiempo, Óscar ha presenciado suficientes escándalos y decepciones con ciclistas que supuestamente iban limpios, que ahora ha optado por el escepticismo: “Yo ni he dado positivo, ni hago los controles”. No acusa con el dedo a nadie (sólo se indigna con la reincidencia de Riccó), pero tampoco defiende a su gremio alegre y gratuitamente.

También noto en las declaraciones de Freire mucha decepción, e incluso algo de resquemor, porque en su momento se quedó solo en sus reivindicaciones contra el sistema de localización para los controles antidopaje: “Me di cuenta de que cada uno hace lo que le conviene. Entonces, ¿para qué me voy a preocupar? Decidí ir a lo mío”. Una secuela de aquello es su insistencia actual en que: “A los ciclistas se les aplica un reglamento que hemos aceptado porque es el que nos han impuesto”.

Lo que realmente quiere decir Óscar, o al menos es lo que yo entiendo, es algo así como: “Tenemos lo que nos merecemos”. Y en este sentido vuelve a sacar su ‘decepción’ o ‘resquemor’ cuando apunta: “Estas son las normas y nadie hace nada en contra hasta que no tiene un problema”. Entre líneas, uno recuerda que Alberto Contador ha luchado contra la normativa del clembuterol a partir de su positivo. Aunque Freire no lo diga explícitamente, en esta manifestación suya está muy presente el de Pinto y otra vez la misma idea: “Tenemos lo que nos merecemos”.

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