Juanfran, autor de sí mismo
Ya está, es uno de ellos. No hay ciencia exacta que explique cómo se logra la pertenencia a esa hinchada, pero a Juanfran le llegó el día. Fue un ingreso espontáneo, sin colaboración de la mercadotecnia y frente a unos cuantos prejuicios (pasado blanco, estética al correr poco agraciada, maneras egoístas y cierto don para la inoportunidad en el twitter). Al otro lado, el favor de la prensa. Pero el Calderón es autónomo y no se deja asesorar. Juanfran conquistó su corazón por sí mismo. Por un pundonor que el espectador ha entendido sincero.
La comunión quedó escenificada el domingo en una galopada que el jugador debe adjuntar para siempre a su currículo. Un sprint largo con el depósito seco, prodigio de esfuerzo y habilidad para sortear defensas, sentenciar un partido en peligro y redimir a Falcao de los murmullos. Perea le aupó a pulso en la celebración y el estadio coreó su nombre por inercia. Luego, las veces que el balón pasó por su botas, rompió a aplaudir, su manera de hacerle un hueco en el asiento de al lado. No muchos lo consiguen. Muy pocos, sin ayuda. Juanfran ya es ídolo de los atléticos. Acomodado en una demarcación por donde La Roja sangra, hay quien reclama incluso su presencia en la selección. Pero no sueñen, le falta un requisito. Y no es plan de cambiar de equipo justo ahora que acaba de subirse a su santoral.