Yo digo Juanma Trueba

Zurdos, usos y costumbres

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A simple vista, los zurdos habitan en la genialidad absoluta o en la torpeza recalcitrante. Sin término medio. Referidos al fútbol, los zurdos suelen ser los más sublimes del equipo o los más rudimentarios. No es casualidad la proliferación de porteros zurdos. En su mayor parte son futbolistas frustrados exiliados en la portería. Son zurdos malos, por así decirlo. Si no me creen, pongan atención. Piensen en algún portero que juegue especialmente mal con los pies y pronto advertirán su zurdera crónica. El experimento se puede completar con los laterales zurdos: si descubren a uno muy malo es que no valía ni para portero.

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Eso sí, cuando el zurdo sale bueno, hagan paso. Investigadores australianos (las antípodas son zurdas por definición) han demostrado que los zocatos tienen la capacidad de pensar más rápido en determinadas actividades deportivas. Eso explica muchas cosas. Antes de que un batallón de diestros se ponga de acuerdo para colocar una barrera, Messi ya se ha colado entre los ladrillos. Por poner un ejemplo y sin ánimo de faltar. Así es y no hay que darle más vueltas. La pillería del zurdo no la iguala el diestro ni con cien años en el arrabal.

La cochina realidad es que a todos los diestros nos gustaría ser zurdos (Robert Redford, en primer lugar, Özil en segunda posición). Pensamos que nuestra indolente mediocridad como jugadores se transformaría entonces en genialidad arrebatada, nuestros fofos disparos se convertirían en cañonazos pum y nuestros regates imposibles acabarían por deshacer mágicamente el nudo de nuestras piernas. Eso, o ponernos de porteros. Dos guantes en las manos y dos mordazas en los pies.

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