La Andalucía de las Ardenas

Leo la clasificación de la última etapa de la Vuelta a Andalucía, con final en el Alto de La Guardia (3ª categoría), y compruebo que bien podría ser la de una clásica de las Ardenas o la de alguna llegada en alto de una gran ronda (pongan, por ejemplo, la Vuelta a España). Este ha sido el top-ten: 1. Moreno; 2. Valverde; 3. Samuel; 4. Lagutin. 5. Vanendert; 6. Gesink; 7. Menchov; 8. Mollema; 9. Antón; 10. Taaramae. Me voy a la etapa reina del martes, en el Santuario de Araceli, y la clasificación es de un nivel parecido: 1. Valverde; 2. Menchov; 3. Taaramae; 4. Frank Schleck; 5. Lagutin; 6. Antón; 7. Carrara; 8. Palomares; 9. Samuel; 10. Coppel. En consecuencia, la general final ha ido en la misma línea: 1. Valverde; 2. Taaramae; 3. Coppel; 4. Menchov; 5. Lagutin; 6. Dumoulin; 7. Frank Schleck; 8. Zubeldia; 9. Monfort; 10. Kelderman; 11. Gesink; 12. Mollema.

¿Qué conclusiones podemos sacar de la presencia de tanto 'ilustre' en las primeras posiciones? Pues a mí, de entrada, me han venido dos a la cabeza. Por un lado, que desde hace unos años las rondas pequeñas se han preocupado de darle un cierto atractivo a los recorridos (sobre todo en España, donde eran especialmente soporíferas), por lo que al final tenemos una criba natural de la calidad. Y por otro, que también desde hace un tiempo ha pasado de moda aquello de venir a las carreras del principio de temporada de paseo, porque el objetivo estaba allá por mayo o por julio (sobre todo).

Recuerdo que no hace tanto, los equipos preparaban a un grupo de ciclistas especialistas en estas carreras iniciales. Me refiero, por ejemplo, a aquellos Pascual Rodríguez, Della Santa, Garmendia, Francis Cabello, Juan Carlos Domínguez, Colom, Pascual Llorente… Todos ellos daban un gran rendimiento en estas rondas, pero luego en las grandes volvían a su lugar original de gregarios. Las estrellas del pelotón también solían acudir a estas citas, pero se dejaban llevar. La corriente de ahora es otra diferente, como se ha confirmado en Andalucía y como estamos comprobando semana a semana: el domingo pasado vimos a Nibali o a Wiggins en los podios de Omán y el Algarve, o a finales de enero al ahora descalificado Contador en el Tour de San Luis.

Al margen de que haya otras explicaciones que se me escapan sobre la preparación de los corredores, yo tengo una teoría sobre este cambio de actitud. Creo que el ciclismo actual, tan azotado por la crisis económica y por el dopaje, sabe que las vacas gordas acabaron hace tiempo y que la única manera de mantener el circo es con los mejores ciclistas en liza y con trazados que ofrezcan alternativas a los habituales sprints (igualmente necesarios, pero siempre sin abusar). Aquel ciclismo también tenía su atractivo, pues daba oportunidades a la clase media. Pero a mí me gusta más la tendencia actual, entre otras cosas porque la competencia con otros deportes es brutal y ahí sí que compiten las estrellas desde el inicio y hasta el final de la temporada.

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