Yo digo Alfonso Herrán

Infierno bajo el efecto Miribilla

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La historia del Madrid en la Euroliga está plagada de triunfos en pabellones muy calientes. Este año, sin ir más lejos, estuvo cerca de silenciar el Pionir de Belgrado, la cancha más pasional junto con las turcas, a la vista de que las griegas pierden combustión. En Bilbao le espera hoy la misma presión del año pasado en el playoff o, incluso, una ración doble. El efecto Miribilla, envolvente desde el inicio con iniciativas como oscurecer el pabellón al estilo NBA o presentar a los jugadores sólo con sus nombres de pila para que los diez mil enfervorizados espectadores acaben la identificación, va a hacerse eco con toda su estridencia. La capital vizcaína se ha visto paralizada esta semana por dos citas cruciales: ayer una marea rojiblanca se volcó con el Athletic en la Copa y hoy se tornará negra para empujar al equipo de baloncesto.

Para Laso, el recinto ecológico bilbaíno no tiene escamas favorables. Ha caído dos veces con el Lagun Aro (una de ellas, el homenaje a Salgado que sirvió para inaugurar el Bilbao Arena), más otras dos con el equipo blanco: el Clásico en la Supercopa y la ida de la liga regular, con Rudy. El Madrid cayó entonces con grandeza, sin dejarse nada, al estilo del Madrid que conquistó el pasado siglo. Por entonces, el público ya identificó uno de los peligros del rival y trató de desestabilizarle: Llull. Desde ese día, cada vez que un rival falla un tiro libre atrona en el pabellón el nombre del base menorquín. Síntoma de lo que se le respeta.

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